13 de enero de 2010

Celular

El viernes a las 8.15 de la tarde dejé olvidado un maletín en el colectivo 132. Me di cuenta apenas cuatro minutos después de bajarme en la terminal de ómnibus de Retiro. Volví sobre mis pasos a toda carrera a buscar el colectivo, pero ya se había perdido en la galleta de tráfico de esa hora en Retiro. Me fui a una parada a ver si venía, pero solo encontré a un inspector. "¿Qué coche era?" preguntó y siguió "¿Tiene el boleto?". Lo tenía, ya empapado por el sudor, en el bolsillo de mi camisa. Me confirmó que el coche 28 -uno de los largos- ya estaba de nuevo en el recorrido. Mientras él buscaba al inspector de Córdoba y Florida con un Nextel yo llamé a Foncho Acuña, en El Territorio, para que avisen a la boletería de Río Uruguay en Retiro que iba a llegar con retraso al ómnibus.

Cuando el inspector me confirmó que habían encontrado mi maletín y que estaba en poder del chofer camino a la terminal del 132 en el Bajo Flores, volví corriendo a la terminal. En la boletería, dos plantas arriba, me avisaron que me esperaba en la calle, dos plantas abajo, enfrente al Carrefour. Seguí corriendo. Me dejaron subir al ómnibus por la cara ya que el ticket estaba en el maletín. Cuando hablé desde mi butaca con la terminal de Nuevos Rumbos, me advirtió cómplice Alberto Pérez que el 28 llegaría a eso de las 9.30 y que vaya a buscarlo ahora, porque "estas cosas desaparecen". Sebastián Rodríguez Loredo, el encargado de Expreso Jet en Buenos Aires, fue a buscarlo y me lo envió a la oficina cuando volvía de Posadas. Llegó con todo lo que llevaba, que no eran más que papeles, unos anteojos... y el tercer tomo de Millenium, de Stieg Larson.

Ahora tengo que recuperar páginas.