27 de abril de 2012

Me quedo con Shackleton


En 1911, cuando Roald Amundsen y Edward Scott intentaban llegar al Polo Sur, también andaba Ernest Shackleton intentándolo. Era un marino irlandés de una de las expediciones de Scott que luego se independizó para tratar de llegar con su propia empresa. Batió dos récords sucesivos, el de los 82, 16 y el de 88, 23 grados de latitud Sur. Luego de la llegada de Amundsen decidió que sería el primero en cruzar la Antártida pasando por el Polo y lo intentó en 1914. Pero su barco de madera, el Endurance, quedó atrapado entre los hielos del mar de Weddell. Cuando los hielos lo trituraron debieron abandonarlo y aventurarse por el desierto congelado para encontrar una ruta que los devolviera a sus casas. Así consiguieron llegar a la isla Elefante, en el norte de la península antártica. En trineos y luego en un bote salvavidas rescatado del Endurance, calafateado y protegido con grasa y piel de los perros que se comieron, Shackleton se largó por el mar de Drake hasta la isla de San Pedro, en las Georgias, donde sabía que había una estación ballenera. Luego de varios intentos con pilotos y barcos uruguayos y chilenos, volvió para rescatar a sus compañeros que quedaron en la isla Elefante. Lo consiguió con un escampavía chileno comandado por Luis Pardo. Los 28 que salieron volvieron triunfantes a las islas británicas en plena Guerra Mundial.

En la historia de la publicidad se cuenta el caso del anuncio clasificado, publicado en The Times de Londres para reclutar a los expedicionarios del Endurance: Men wanted for hazardous journey. Low wages, bitter cold, long hours of complete darkness. Safe return doubtful. Honour and recognition in event of success (Se buscan hombres para peligroso viaje. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. Dudoso regreso a salvo. Honor y reconocimiento en caso de éxito). Es un mito: aunque todo el mundo habla de este clasificado, el aviso no aparece por ningún lado y eso que el Times está microfilmado completo hace muchos años. Hasta hay recompensas para el que lo encuentre, pero nada. La imagen de aquí abajo no es un recorte real: está tomada de un póster de John Hyatt alusivo a Shackleton.


Hay muy buenas fotos de la expedición de Shackelton y del Endurance encallado entre los hielos. Las puede encontrar en Internet y conmoverse ante el coraje de estos valientes. En aquellos años de gente de acero se decía que si en la exploración del polo buscabas velocidad, tenías que llevar a Amundsen. Si lo que quieres es ciencia, el indicado es Scott. Pero si el destino está en tu contra y las posibilidades de sobrevivir son mínimas, hay que rogarle a Dios tener cerca a Shackleton.

Quizá Schakleton sea más indicado que Amundsen y Scott para llevar los periódicos al futuro.

18 de abril de 2012

Dos directores de diarios


El 14 de diciembre de 1911 llegó al Polo Sur la expedición de Roald Amundsen. Y el 17 de enero lo logró Robert Falcon Scott, que se encontró con los saludos de Amundsen. Él y sus muchachos (cinco en total) murieron cuando volvían. Sus restos aparecieron en septiembre de 1912. Entre sus pertenencias encontraron el diario de la expedición y hasta fotos con la constancia de su llegada al polo, donde se toparon con la bandera noruega como testimonio de la conquista de Amundsen.

Dicen que fueron los perros groenlandeses de Amundsen los que le ganaron la carrera a los caballos mongoles de Scott y además les permitieron contar la historia. Algunos detractores de la cultura inglesa sostienen que la expedición de Scott prefirió morir a comerse los caballos, mientras que el grupo de Amundsen -noruego- había calculado alimentarse durante la vuelta, ellos y sus perros, de carne de los mismos perros (hay quienes dicen que perro no come perro para justificar que los periodistas no hablamos de otros periodistas). Muy inteligente Amundsen, ya que había previsto que a medida que avanzaba la expedición y se agotaban las provisiones, también necesitarían menos perros para halarse.

No es la única historia de este estilo, ni será –espero- la última. Pero acaba de pasar sin mucho interés el centenario de esta carrera épica entre dos audaces conquistadores. Ellos lo hicieron por la gloria de ser los primeros en llegar el Polo Sur. Quizá ya casi no nos sorprende que haya gente de acero en el mundo que nos toca vivir. Nosotros llegamos por Internet al Polo, a la Luna y al fondo del mar, sin necesidad de coraje, ni audacia ni valentía. Y la gloria es apenas una palabra relacionada con el fútbol y sus mafias. Hoy somos todo y hacemos todo desde un Cyber Café o apoltronados en un buen sillón, con el mando de la Play-Station en nuestras manos. Justo cuando el mundo necesita -cada día con más urgencia- de la audacia y la valentía de Amundsen y Scott. 

Necesitamos gente con los mismos genes que Roald Amundesn y Robert Falcon Scott. Los necesitamos para dirigir nuestros países, para terminar con la corrupción, para vencer la desidia de los tibios y las tiranías de los voraces, para controlar el cumplimiento de las leyes, para buscar la gloria de nuestras naciones como la buscaron y la encontraron nuestros próceres. Necesitamos esa audacia para las fuerzas armadas, pero también para la industria y el comercio. Y, por supuesto, hace falta para los funcionarios públicos, hasta el último empleado del estado. Y la necesitan la Iglesia y a las religiones para oponerse a los vicios y llevarnos al cielo. Y los profesores y los estudiantes. Y también la necesitamos los periodistas como el aire para respirar.  Amundsen y Scott podrían haber sido directores de diarios. Lástima que se fueran al Polo…