9 de octubre de 2022

El carnet y el embudo


La semana pasada venció mi carnet de conducir. Lo tenía anotado una semana antes, en la agenda del teléfono y con una buena alarma, para empezar el trámite con tiempo. Bueno, no sirve: hay que empezar por lo menos un mes antes...

Resulta que pedí turno para ir al Centro de Atención al Vecino de las avenidas Urquiza y San Martín, en Posadas, dado que paso por allí cuatro veces al día. Allí me comunican que no puedo empezar el trámite hasta no solucionar un par de multas pendientes. Una de ellas de hace diez años, en una ruta provincial de Córdoba, de la que nunca tuve noticia. La otra, de Posadas, por un semáforo en rojo que nunca pasé, ya que en la fecha de la infracción ese auto no era mío.

Cuando pregunté a la empleada que me atendía si sabía cómo solucionar una multa prescrita de Córdoba, me dio un número de teléfono de la Municipalidad de la ciudad de Córdoba. Le expliqué que nadie atendería en ese número y que la Municipalidad de Córdoba no tenía nada que ver con una infracción entre Cruz del Eje y Capilla del Monte. Insistió en que era todo lo que tenía y que llamando a ese número me darían la solución, así que lo intenté: nunca atendió nadie. Cuando al final encuentro alguien que conteste en la Policía Caminera de la Provincia de Córdoba, me aclara que es competente el Tribunal de Faltas de La Falda. En La Falda me contestan que tengo que enviar mi descargo –o el pedido de prescripción– por correo postal y que la respuesta me llegará también por correo postal. Le explico que la prescripción debería ser automática y que basta con la fecha, pero no hay caso: ni en el CAV ni en La Falda tienen la más mínima voluntad de entender un principio tan elemental del derecho.

La otra multa, otro problema. Tenía que encontrar al dueño actual de un auto que fue mio y pedirle que pagará la multa, ya que había que suponer que había sido cometida por esa persona. Por suerte pude solucionar el problema por otra vía, ya que también resulta evidente que si el auto no era mío, tampoco era yo quien había cometido la infracción: alguien había presentado formularios a destiempo.

Cuando dos días después consigo librarme de las infracciones, vuelvo al CAS de Urquiza y San Martín, pero resulta que ahora no está el médico para la revisión y tampoco saben cuándo va a venir. –Venga esta tarde, me dicen. Vuelvo a la tarde, en mi paso habitual, a las 18.15, pero cuando entro no hay nadie, solo un policía que desde un balcón interno me dice que no hay nadie. –Pero si aquí dice que están hasta las 19, le señalo la puerta de la oficina donde está pintado el horario de atención. –Sí, pero esta gente se va cuando quiere... y me anima a hacer una denuncia en la comisaría por incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Al día siguiente me voy al CAV de la avenida Las Heras. Paso la prueba médica, pero ahí me entero que por mi edad tengo que volver a rendir examen de manejo. Me dan turno para dos días más tarde, pero como mi carnet ya vence al día siguiente, debo ir con alguien que lleve mi propio auto hasta el lugar de la prueba. Como tengo que viajar a Corrientes al día siguiente, les ruego que me dejen rendir ese mismo día a la tarde... Me contestan que es imposible. Les explico lo que pasó en el otro CAV y pido hablar con el jefe... 

–El jefe está enfermo. 
–¡No puede ser! ¿No está?
–Sí. Está, pero habla muy bajito, así que no lo va a oír. 
–Tengo buen oído. Lo espero. 

Al rato viene la empleada y me dice que vaya a las 16 a la pista de pruebas del Parque de la Ciudad. Voy con tiempo. En la pista de pruebas no saben nada. Tienen que comunicarse con el CAV de Las Heras. Al final me dejan hacer el examen, pero tengo que esperar. Antes me piden la cédula, el seguro, el matafuego y la baliza. Como el matafuego está vencido, me recomiendan a un par de lugares donde los recargan. En el primero, nada. En el segundo, tampoco. Lo consigo hacer en el centro de Posadas y ahí me cuentan que la mayoría no los recarga: solo cambian la etiqueta. También me entero de que hay gente que presta matafuegos para pasar el examen. Vuelvo con el matafuego recargado como Dios manda, espero al final de la cola, rindo el examen y me voy volando al CAV de Las Heras donde finalmente y cerrando la jornada, consigo mi carnet para viajar al día siguiente.

El carnet es como los lomos de burro: ante la incapacidad del estado por hacer cumplir las leyes, te las hacen cumplir a la fuerza en estos embudos, que son injustos como todo embudo; y además son inconstitucionales porque no respetan el principio universal de inocencia.