23 de abril de 2023

Vacunas, antibióticos y Neuquén

Las provincias de Río Negro y Neuquén no inauguraron el domingo pasado el calendario electoral 2023 de la Argentina: la primera en hacerlo fue La Pampa en la estrambótica fecha del 12 de febrero. Salvo, hasta ahora, un par de provincias, todas tienen fechas anticipadas para despegarse de la influencia de las elecciones nacionales. Es que no es una buena idea que la política nacional contamine a la provincial o municipal. Por ley deberían estar separadas y elegir en un día distinto también a los diputados y senadores nacionales de cada provincia, que todavía están vandalizadas por las elecciones presidenciales cada cuatro años.


No hubo sorpresas en las de Río Negro, pero sí en las de Neuquén, la estratégica provincia de Vaca Muerta, donde perdió por primera vez la gobernación de la provincia el Movimiento Popular Neuquino.

El MPN fue fundado por los hermanos Elías, Felipe y Amado Sapag el 4 de junio de 1961 en el pueblo neuquino de Zapala, a donde llegaron sus padres desde el Líbano en 1913. Elías había nacido en 1911 en el Líbano. Felipe y Amado nacieron en la Argentina, igual que otros cinco hermanos. Los tres estuvieron presentes en la historia política de la provincia durante por lo menos 50 años. Ahora, ya fallecidos los fundadores, los suceden sus hijos y nietos, que no siempre llevan el apellido Sapag. Felipe fue cinco veces gobernador (hasta fue gobernador de facto durante la presidencia de Onganía). Elías fue senador nacional durante tres periodos. Amado fue intendente de Zapala durante seis periodos y también fue intendente de facto.

Durante algunos años la hegemonía del partido estuvo en manos de Jorge Sobisch, que, aliado con algunos Sapag, se cruzó en la interna con otros Sapag (todos de la segunda generación); ganó y desde el MPN accedió a la gobernación por primera vez en 1991 (vicegobernador Felipe Rodolfo Sapag), la segunda en 1999 (vicegobernador Jorge Sapag) y la tercera en 2003 (ya sin Sapag tan cerca). Pero siguió siempre dentro del MPN, el partido provincial de los Sapag que ganaba las elecciones desde 1962.

Siempre hay oposición. Y cuando hay un movimiento o un partido tan hegemónico que parece imbatible, la oposición aparece adentro del partido. Felizmente es la condición de la naturaleza humana: a la tesis y a la antítesis las inventaron Adán y Eva y no Marx y Engels. Sin la disidencia el mundo no habría progresado. Por eso es tan importante entender y vivir la democracia como la convivencia pacífica de los que piensan distinto. Y por eso, al no haber disidencias en las tiranías, el pensamiento no progresa y el progreso se estanca.

Un periodista de Buenos Aires ocupaba una linda metáfora para explicar lo de Neuquén. Decía que no era un antibiótico sino una vacuna el remedio contra el MPN. El antibiótico es un enemigo que ataca al germen que enferma. La vacuna, en cambio, es un amigo: la misma enfermedad que se inocula para crear los anticuerpos necesarios para vencerla. Eso es Rolando Figueroa, el gobernador electo de Neuquén, un hombre con larga carrera política en el MPN que le ganó al MPN casi sin campaña, ni publicidad, ni medios a favor. Leía el descontento desde adentro –y arriba– del MPN y le alcanzaron apenas seis meses para fundar un partido y desbancar 61 años de MPN.

Es una lección de teoría y de práctica política que hay que aplicarse: no hay mejor cuña que la del mismo palo, pero la historia se acelera tanto que hoy alcanzan dos estaciones para cambiarlo todo. No me digan que no avisé.