9 de enero de 2022

Felicitaciones


A estas alturas de enero uno se pregunta si hay que seguir felicitando por el Año Nuevo o ya está suficientemente transitado el 2022 como para saludar derecho viejo con buenos días y buenas tardes. Curioso, porque con el criterio de los buenos días (nadie dice buenas mañanas), deberíamos desear buen año hasta el 30 de junio...

Creo fervientemente en la felicidad, pero descreo de las felicitaciones. Quiero decir que las agradezco sinceramente, pero no creo que vayan a aumentar ni un pelín mi felicidad. Entiendo los buenos deseos, si es que lo son de verdad, pero no considero que sean de verdad los que están comprados en una librería, los flyers o los gifs, graciosos pero que para colmo vienen marcados con una etiqueta que confiesa que fueron reenviados muchas veces por WhatsApp. Bueno... tampoco creo en los igualmente y no le digo nada de los si no nos vemos, dos estándares que se han puesto de moda en nuestras felicitaciones lentas. Ya sé que son modos de decir, pero lo que dicen no me gusta nada.

Pruebe contestar igualmente a un te amo y va a ver lo ridículo que queda. Y la próxima vez que esté por decir igualmente para contestar una felicitación, haga un esfuerzo por saludar de corazón, con lo que tenga ahí adentro, y va a ver cómo se rompe un blindex entre dos personas.

Si no nos vemos, ¡feliz navidad! dicen los que ponen una condición para felicitar. A esos hay que contestarles: entonces mejor que no nos veamos, para no correr el riesgo de la infelicidad. Por eso me pregunto siempre en estas fechas y ante tantos si no nos vemos ¿cuál es la necesidad de desear solo una vez la felicidad? ¿no vale la anterior si hay una posterior?

Las felicitaciones de navidad o de año nuevo se han convertido en un buen deseo exclusivo para esa noche, y está pasando lo mismo con las felicitaciones por los cumpleaños: que tengas un lindo día, que lo pases bien... con emojis de tortas, botellas de champán, bonetes de payaso, matracas y serpentinas. Y para que no queden dudas, los días siguientes preguntamos: ¿cómo pasaste? como si el año no durara 365 días (siempre que no sea bisiesto). Es otra debilidad de nuestra inteligencia colectiva: el año nuevo no va a ser mejor o peor por la cantidad de sidra que tomemos exactamente a las 12 de la noche del 31.

Es lindo esperar el año nuevo y brindar por él y es una ocasión –una más– de celebrar con la familia y los amigos, pero el cambio de fecha del calendario no cambia nada: para el caso es lo mismo el 1 de enero que el 22 de agosto, y si hay algo que cambiar no es una hoja del calendario. Lo que nos hace más felices es el esfuerzo por ser más buenos, por dejar de pensar en nosotros y ocuparnos de los demás, por cumplir la palabra, por ser mejores amigos, por trabajar más duro para realizar nuestros sueños, por cuidar a la familia...

Quizá haya sido la interconexión global permanente de las redes sociales lo que devaluó las felicitaciones a un deseo de pasarlo bien un par de horas. Por eso creo que sería bueno que volvamos al sentido elemental de las felicitaciones de navidad, de año nuevo, de cumpleaños o de lo que sea: desear felicidad en serio, de corazón y para siempre. Y no le digo nada si los buenos deseos vienen acompañados por un regalo, que es la más pura materialización de la felicidad. O usted pensaba que hacemos regalos porque es un invento de los vendedores de regalos. No es así: los vendedores de regalos se aprovechan de nuestros buenos deseos, y lo bien que hacen.